En esta revisión sistemática, donde se incluyeron 32 ensayos clínicos, se encontró evidencia robusta de efectos beneficiosos de la alimentación basada en plantas, tanto al corto como al mediano plazo, en comparación con dietas convencionales. Estas diferencias se observaron en relación al peso corporal, el metabolismo energético y la inflamación sistémica tanto en personas sanas como en personas con obesidad y con diabetes mellitus tipo 2.
Una alimentación basada en plantas podría modular la microbiota intestinal hacia una diversidad favorable de especies bacterianas, las que a su vez pueden afectar positivamente el funcionamiento del organismo.
La alimentación puede modular vías biológicas que involucran la formación de N-óxido de trimetilamina (TMAO), la metabolización de la fibra dietética, y varios neurotransmisores y metabolitos con distintos efectos sistémicos y centrales producidos por la microbiota (ver imagen).
A nivel cerebral, se plantea que el distrés emocional y las enfermedades mentales están relacionadas al rol de la microbiota en la función neurológica y podrían potencialmente tratarse concomitantemente con estrategias de intervención microbiana.
La alimentación basada en plantas, ¿podría ser una herramienta terapéutica en las enfermedades neurocognitivas?